Tuesday, April 25, 2006

UAB

El Código Civil supo ponerle punto final a una estéril, y, en opinión del desorden, indecorosa discusión de carácter epistemológico-lingüístico. Ya tienen que haber escuchado alguna vez a alguien preguntar o preguntarse en voz alta si es que las matemáticas SON un invento o un descubrimiento. La primera vez, tal vez se dijeron a sí mismos -quizás también en voz alta- "qué interesante, controvertible y hasta profunda interrogante me ha sido develada". Bueno, los que la volvieron a escuchar las veces suficientes, seguramente no quieren ver el asunto planteado ni en el cuaderno del hermano menor. La cuestión, como avisamos, fue resuelta en la década del cincuenta, pero del siglo 19, por el ilustradísimo y delicado Andrés Bello. En un artículo del ya referido código se regula a quién le corresponde legalmente la propiedad sobre los tesoros que se encuentran en terrenos ajenos (en el siglo 19 el sueño de encontrar el tesoro era algo casi tan usual como ahora lo es el de la casa propia). Cito al autor: " El hallazgo o invención..." Así de simple, de una santa vez por todas, seguramente ofuscado, por la irritante voz de algún ingenioso que le proponía centrar sus esfuerzos en la elucidación de la naturaleza -descubierta o creada- de las matemáticas por vigésima sexta vez, Andrés Bello terminó con una polémica particularmente molesta. Seguro que fue ésta la razón para equiparar el hallazgo de un tesoro -que es lo que nos resulta intuitivo- a su invención -extraña idea- y no la de avalar el comportamiento de los mitómanos que inventaban historias de sirenas y tesoros. El desorden recomienda guardar el dato en la punta de la pupila gustativa

Saturday, April 22, 2006

jotadepé